lunes, 23 de marzo de 2015

NUNCA JUZGUES A ALGUIEN SOLO POR LAS APARIENCIAS




En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó a una mesa.

La mesera puso un vaso de agua en frente de el.

¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con cacahuates? preguntó el niño.


Cincuenta centavos, respondió la mesera.

El niño saco su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas.

¿Cuánto cuesta un helado solo?, volvió a preguntar.

(En ese momento habían algunas personas que estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente).

- Treinta y cinco centavos, dijo ella bruscamente.

El niño volvió a contar las monedas.

Quiero el helado solo, dijo el niño.

La mesera le trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y se fue.

El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue.

Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costo tragar saliva con lo que vió... Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, habían veinticinco centavos... Su propina!

El consejo de la historia:

¡Jamás juzgues a alguien solo por las apariencias! y ¡siempre considera que aquellos a quienes sirves pueden darte una sorpresa!

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