La felicidad tiene tres componentes.
El primero se remonta a la infancia.
Las personas felices tienen un condicionamiento cerebral que viene de los primeros años de vida, y que les permite ver oportunidades, donde otros ven problemas.
Este condicionamiento del cerebro aporta cerca del 50% de la experiencia de felicidad.
El segundo componente son los bienes materiales y la cantidad de dinero que una persona posee, aportan aproximadamente el 10% de su experiencia de felicidad total.
El restante 40% proviene de las decisiones que tomamos cada día.
Si las opciones son solo para el placer añadirán muy poco a la felicidad, pero si las decisiones que tomamos dan lugar a la expresión creativa o a mejorar la calidad de nuestras relaciones, entonces seremos una persona más feliz.
De hecho, las investigaciones demuestran que la forma más fácil de ser feliz es hacer feliz a alguien.
Si quiere tener éxito en la vida, cree las condiciones para que otras personas puedan tener éxito.
Se pueden conseguir todos los deseos personales haciendo felices a otras personas.
¿Ese 50% que hemos heredado de la infancia no lo podemos cambiar?
¿Qué hacemos con esas creencias que nos limitan?
Podemos cambiar las creencias que nos están limitando a través de la reflexión, es decir, cuestionar las creencias que nos limitan, y por supuesto la meditación.
Tienes que preguntarte si esta creencia está basada en algo verdadero o no, y porqué pienso que es la verdad?
¿Podría ser que no sea la verdad?
¿Qué efecto tiene el apego a esta creencia?
¿Quién sería yo sin esta creencia?
¿Cuál es el opuesto de esta creencia, podría ser más verdadero?
Esta es la base de las terapias cognitivas. Las creencias vienen de las religiones, las culturas, la historia, el adoctrinamiento social.
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