jueves, 2 de abril de 2015

HAY DOS DÍAS EN LA SEMANA QUE NO, NOS DEBEMOS PREOCUPAR


Dos días que se deben guardar libre de miedo y ansiedad.

Uno de esos días es ayer.

Ayer, con sus equivocaciones y pesares, sus faltas y confusiones, sus dolores, tristezas y deudas pendientes.

Ayer ha pasado para siempre, fuera de nuestro control; y ni el dinero del mundo lo podría cambiar ni una cosa que hayamos hecho, ni podemos borrar una palabra.

Ayer ya pasó.

El otro día sobre el que no debemos preocuparnos es mañana.
Mañana, con sus posibles adversarios, sus problemas, sus promesas grandes y sus pequeños logros. Mañana volverá a salir el sol, ya sea en esplendor o detrás de una máscara de nubes, pero subirá.

Hasta que llegue no tenemos parte en mañana, pues aún no ha nacido. Y solo queda un día: HOY. Cualquiera puede pelear la batalla de un solo día.

Cuando nos cargamos con esos horripilantes: Ayer y Mañana, entonces nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy que vuelve locos a los hombres, sino la amarga culpa, algo que sucedió ayer, y el miedo de lo que traerá el mañana. Vivamos pues, tan sólo un día a la vez, para ser inmensamente felices.
Además, con la felicidad del hoy construiremos la felicidad del mañana.

Este es el día aceptable y el Hoy es el reto más grande que tenemos frente a nosotros. Entonces no lo perdamos.

Corintios 6:2. En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el Día de Salvación.

En el camino suele haber días tan dulces y días tan tristes, pero en esto me pregunto, qué sería de mi si no conociera la tristeza, el dolor, no lo sé, simplemente he dado respuesta a esto con más preguntas.

Dentro del camino suelen tener la compañía o la presencia en algunos momentos, pero también puede reinar la soledad. Puedes observar las huellas que han quedado impregnadas dentro de tu camino y puedes darte cuenta de lo que en realidad necesita tu vida.

Dentro de este camino hay espinas que nunca salen de tu interior, hay estrellas que suelen señalar, pero quizás nunca llegues a palpar su calor. Hay momentos que rebasas tu felicidad y momentos en agonías en tu dolor, pero la vida es un subir y bajar de emociones, es una vida peligrosa pero a la vez suele ser hermosa.

El ser no es más grande por su tamaño si no por la fuerza que se encuentra en su interior: ¿Qué pasaría con las ilusiones y con los logros si entre ellos no existe un esfuerzo? ¿Qué pasaría con caer y no levantarse? No podríamos conocer el éxito, hay personas que luchan y consiguen llegar a la meta sin limitarse en ella, sino seguir más adelante.

En el camino en algunos momentos es necesario mirar hacia atrás, pero no es necesario retroceder, es necesario escuchar el silencio, tal vez del silencio escuches algo más profundo de lo que escucharás en la turbulencia, trata de observar a tu alrededor; cada uno tiene un universo diferente, tal vez inexplorado o sin descubrir, tal vez tu sólo estés soñando, y yo sólo sea parte de tu sueño.

La Vida es un proceso que hacer germinar dentro de nuestro corazón las semillas de la Esperanza, la Fe y El Amor. Nunca exterminemos esas semillas, por el simple hecho que no entendamos los momentos críticos de la Vida.


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