Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aún cuando su ejército era muy inferior en número. Estaba confiado que ganaría, pero sus hombres estaban llenos de duda. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo, “Ahora tiraré esta moneda. Si es cara, ganaremos. Se es cruz, perderemos.
El destino se revelará”.
Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba.
Era cara.
Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. Después de la batalla, un teniente le dijo el general,
“Nadie puede cambiar el destino”. “Es verdad”, contestó el general mientras mostraba la moneda al teniente, que tenía cara en ambos lados.
Obviamente la historia es irreal en el sentido de que una moneda no puede decidir nuestro futuro, sin embargo, nos deja muy claro que muchas veces, hemos perdido la batalla porque antes de iniciar nos creemos incapaces y no confiamos en Dios.
Todos tenemos muchas situaciones hoy en nuestra vida, y a veces las enfrentamos solos, con miedo, con angustia y creyéndonos perdedores por que no confiamos en Dios.
¿Cuántas veces has dejado a Dios que pelee tus batallas?
¿Cuántas veces has confiado en su poder para vencer las batallas?
Por mas cansado que te encuentres, por más difícil que veas la situación, aunque ya no sientas que tienes fuerzas confia en que Dios te dará la victoria.
Lo único que podemos hacer para salir victoriosos es: CONFIAR EN ÉL.
Dice 1 Juan 5:4 que quien haya nacido de Dios vence al mundo.
Esta es una gran promesa para todos los hijos de Dios. Es algo para siempre estar animados, para siempre estar alegres, para siempre estar confiados.
¡No hay nadie quien le pueda hacer frente a tu Padre!
¡Él es el Rey del universo!
¡Él es el Todopoderoso!
Nosotros no tenemos NADA que temer porque estamos siendo protegidos por nuestro Padre celestial.
Puedes ganar, puedes vencer, puedes seguir adelante.
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